lunes, 29 de abril de 2013

Democracia y autoritarismo

Artículo publicado en La República, domingo 28 de abril de 2013

El interés en Venezuela de las últimas semanas permite abordar el tema de cómo entender la naturaleza democrática o autoritaria de los regímenes políticos, y comentar algunos temas de la actualidad latinoamericana. A mi juicio, lo esencial de las reglas de la democracia como régimen está en que, como el principio de soberanía popular no es posible de ejercer de manera directa, de lo que se trata es de que sus representantes ejerzan el poder, pero con controles para que no desarrollen intereses particularistas. Este es el sentido de la desconcentración y equilibrio del poder, del pluralismo, del respeto a las minorías, de la alternancia a través de elecciones.

Puede haber democracias con elecciones disputadas. Pero si hubo reglas de competencia claras y una autoridad electoral legítima, descalificar la elección resulta contrario a los valores democráticos, como ocurrió con López Obrador en las elecciones mexicanas de 2006. Puedes denunciar, como hizo López Obrador en 2012, que las elecciones son injustas por el peso del dinero en las campañas y por la influencia de empresas encuestadoras no sometibles a rendición de cuentas; este es un reclamo que apunta correctamente a serios problemas de calidad y funcionamiento de la democracia, que deben ser corregidos.

Hay muchos gobiernos con tendencias autoritarias, pero ¿eso hace autoritario al régimen? La clave está en cuánto estén efectadas las posibilidades de competencia y las capacidades políticas e institucionales para limitar el poder. Así, Alvaro Uribe era muy autoritario, pero la Corte Constitucional frenó su segunda reelección. En Argentina Cristina Fernández está buscando mayor control de la Corte Suprema, siguiendo iniciativas similares implementadas en Bolivia y en Ecuador, pero todavía el juego político es fluido: tanto por cierta capacidad de resistencia de las instituciones y de la oposición, como por las tensiones, contradicciones y límites dentro del propio campo gubernamental. Así, las pugnas internas del peronismo, del MAS y los límites de Alianza País son, hasta ahora, frenos al autoritarismo. Tenemos también gobiernos autoritarios, que pueden tener respaldo popular y capacidad de ganar elecciones, como Fujimori en 1995 o Chávez en 2007 o 2013. También la oposición puede estar cerca de ganar, como en 2000 en Perú o recientemente con Capriles contra Maduro.

Mirando el panorama regional, tenemos que superar serios problemas de calidad de algunos gobiernos democráticos; recientemente hemos visto en Paraguay la vuelta al poder del Partido Colorado con el empresario Horacio Cartes, acusado de contrabando, lavado de dinero y narcotráfico, que podría marcar una democracia sometida a intereses oligárquicos, redes clientelísticas y corrupción. En otros países se trata de defender la democracia de iniciativas autoritarias, como ahora mismo en Argentina, por ejemplo. Y en otros de democratizar regímenes autoritarios, como en Venezuela. Como ven, todos tenemos tarea.

martes, 23 de abril de 2013

Autoritarismos, elecciones, oposición

Artículo publicado en La República, domingo 21 de abril de 2013

En los últimos años gobiernos de naturaleza autoritaria están presionados para cumplir con formalidades democráticas: regímenes como el cubano o el chino son cada vez más difíciles de sostener, y su falta de respaldo popular hace que no se arriesguen a intentar una apertura política. En este marco, la clave de sobrevivencia de algunos autoritarismos está en su carácter competitivo, es decir, en contar con un respaldo popular que los hace capaces de ganar elecciones. Estos gobiernos son autoritarios porque controlan todo el poder: no existe respeto a las minorías, el poder central controla el Congreso, el Poder Judicial, los organismos electorales, lo que les permite tener formalidades democráticas sin arriesgar el manejo del poder. Esto les permite también implementar prácticas clientelísticas, de patronazgo, el uso del gasto público y de las decisiones de política para en momentos electorales, lo que les permite precisamente ser competitivos.

No confundir gobiernos autoritarios con democracias de mala calidad, sin embargo, error común en algunas izquierdas. Desde allí se critica, con razón, el carácter pernicioso de la influencia del dinero, del peso de los grandes medios de comunicación masivos y de las empresas encuestadoras en las campañas electorales, al peso de grupos de poder en las decisiones de política pública, temas que deben ser atendidos. Sin embargo, esto no le quita el carácter democrático a los gobiernos, aunque sí cuestiona seriamente su calidad. La clave está en atender esos problemas sin violar los principios liberales y republicanos.

Vistas las cosas desde la oposición, las decisiones son complicadas. Se puede denunciar al gobierno como autoritario y a su instituciones como falsas, y optar por el abstencionismo, como ocurrió con la oposición venezolana en la elección parlamentaria de 2005. El problema es que esto te lleva a la marginalidad política. Otras opciones son el boicot, la búsqueda de un golpe de Estado o la pura confrontación, carta de la oposición venezolana en 2002, camino poco viable y que terminó quitándole legitimidad.

No parece quedar más que aceptar las reglas de juego y de competencia propuestas por los autoritarismos, ya sea para denunciar su injusticia como para aprovechar la opción de ganar, como ocurrió con la dictadura de Pinochet o con el PRI en México en 2000. En la elección venezolana reciente, vemos una elección injusta realizada por un gobierno autoriario, cuyas reglas tuvieron que ser aceptadas por la oposición. Valió la pena, porque se estuvo a punto de ganar, y se desnudó la naturaleza del régimen. Pero ni la oposición ni la comunidad internacional están en condiciones de imponer un boicot, y no deben atizar la confrontación. Lo que debe hacerse es acompañar a la oposición en su demanda por diálogo y promover un proceso de democratización, crear un escenario en el cual las dos mitades del país encuentren una manera de coexistir para hacer viable a Venezuela.

martes, 16 de abril de 2013

Despedida - Homenaje a Patricia Cano



El jueves 25 de abril, la próxima semana, la gran Patricia Cano se despide de los papeles principales del Ballet del Teatro Municipal de Lima, en una de las funciones de Don Quijote, de la temporada de abril, del año en el que esta institución cumple treinta meritorios años de vida. Todos los amantes del ballet tenemos una gigante deuda de gratitud con Patricia, es imposible faltar.

Patricia brilló especialmente en las décadas de los años ochenta y noventa, en medio de una terrible crisis económica, inflación, recesión, en medio de la amenaza de los atentados terroristas, de los coches bomba, apagones, del abandono del centro histórico, cuando hacer ballet podía ser visto como una exquisitez injustificable para un país como el Perú de esos años. Precisamente por eso es que su contribución ha sido tan notable: mantener encendida la luz en medio de las tinieblas, por así decirlo. Mostrarnos que el arte y la belleza eran posibles en medio de años tan duros; darnos, en años en los que el país parecía inviable, un arte del mejor nivel del mundo. Hacernos una ventana para ver que las cosas podían ser diferentes. Recuerdo de esos años aquella cita de Mariátegui en la que decía que "la revolución (...) era para los pobres no sólo la conquista del pan, sino también la conquista de la belleza, del arte, del pensamiento y de todas las complacencias del espíritu" (La escena contemporánea).

Creo que ví por primera vez un espectáculo de ballet en general y a Patricia en particular en el antiguo "teatrín" del bosque de El Olivar en San Isidro, solamente por curiosidad y porque quedaba muy cerca de donde vivía, en casa de mis padres (¿1983? ¿1984?). Si no recuerdo mal, era alguna función en la que se presentaban diferentes piezas, en un escenario precario en el que el viento se llevaba la tramoya y los decorados, y no me pareció nada especial hasta que empezaron algunas escenas del ballet Paquita, con algunos solos y algún pas de deux, y Patricia apareció: su presencia fue fulgurante, y quedé deslumbrado y maravillado para siempre. Desde entonces me hice aficionado al ballet y a la danza en general; con los años he tenido la suerte de ver excelentes bailarinas en el American Ballet Theater, en el New York City Ballet, en el Royal Ballet, en el Ballet de la Opera Nacional de Paris y otros lugares, y puedo decir que cada vez que volví a ver a Patricia su magia se mantuvo siempre firme.

En las décadas de los años ochenta y noventa, a pesar de la difícil situación del país, se podía ver en Lima espectáculos muy buenos, como los del grupo Integro, a bailarinas y coreógrafas como Patricia Awapara o Rossana Peñaloza; en el Ballet Nacional podías ver a grandes bailarinas, como Gabriela Paliza o Gina Natteri. Pero en cuanto al ballet la compañía más completa era la del Ballet del Teatro Municipal, y traté de verlos y a Patricia cuantas veces pude, en El Olivar, en la Concha Acústica del Parque Salazar, del Campo de Marte, en el Teatro Segura, y hasta en algunas funciones especiales que hacían en un escenario móvil montado encima de un trailer en lugares tan inverosímiles como la Plaza San Martín, la Plaza Manco Cápac o la Avenida de Los Héroes en San Juan de Miraflores. Junto a Patricia por cierto siempre hubo muy buenas bailarinas, como Carolina Vigil, Vania Masías, y más recientemente Rina Barrantes, por mencionar algunas.

Recuerdo de estas especialmente alguna en la Plaza Manco Cápac, en la que la puesta de Carmen con Patricia se cruzó con la barra de Alianza Lima que salía de algún partido de fútbol en el Estadio Nacional, y se quedó mirando la función. Fue seguramente la más divertida en la que haya estado, porque el público participó activamente metiéndose en la historia, burlándose de Don José, censurando a Escamillo, piropeando a Carmen, para al final quedar impactados y enmudecidos con su muerte. Creo que solo Patricia podría haber sacado adelante funciones así.

Y por supuesto, Patricia siempre fue la "reina y señora" del Teatro Municipal. La ví desde estudiante, pasando a lo largo de los años de las cazuelas a las galerías y a la platea, y he tenido la suerte de verla en casi todos los papeles que hizo a lo largo de su notable carrera. Recuerdo como funciones deslumbrantes algunas de El Lago de los Cisnes, con la impresionante transformación que era capaz de hacer entre el segundo, tercer y cuarto acto, con un port de bras al final del segundo que dejaba atónitos a todos en el teatro. Patricia es capaz de mostrar esa magia todavía en La Muerte del Cisne, que tuve la suerte de ver no hace mucho. O su brillantez en algunas funciones de Don Quijote, su fiereza en los solos del cuarto acto. Tantas actuaciones memorables.


Pero creo que la mejor Patricia es la que hacía relucir lo gran intérprete que es: no solo hacer pasos de baile y acrobacias, sino encarnar un personaje, hacer creíble una historia, seducirnos, conmovernos. Por eso me parece que en Carmen, en Giselle, en Romeo y Julieta, en El lago de los Cisnes, Patricia demostraba realmente que era mucho más que una excelente bailarina: era una artista en el sentido más propio del término.

El tiempo pasa inevitablemente, y más en una disciplina tan dura como la danza. Patricia nos ha dado muchos años de arte, belleza, nos ha emocionado, seducido, conmovido, y ahora tenemos la ocasión de retribuir mínimamente lo que nos ha dado, asistiendo a su función de despedida y homenaje. Repito que lo que más rescato de ella, junto a Lucy Telge y todo el elenco del Ballet del Teatro Municipal, es que nos haya permitido tener el lujo de ver ballet clásico y neoclásico cuando el país parecía caerse a pedazos. Esa misma lección de perseverancia nos la dio enfrentando con gran valor una muy seria lesión que sufrió en 2006, que podría haberla alejado definitivamente del ballet. Su pasión y voluntad nos han dado el privilegio de poder seguir disfrutando de su arte. Algo más de qué agradecerle.

Por eso las fotos a continuación, de Patricia en el Teatro Municipal después del incendio que lo consumió en 1998 y lo mantuvo en condición deplorable hasta hace tan poco, representan lo que significa Patricia para mí: el arte y la belleza en medio de la ruina, la esperanza de que las cosas pueden ser mejores y diferentes. Hoy que tenemos un renovado Teatro Municipal y un fabuloso Teatro Nacional, y un renacer del ballet y de la danza en general, no olvidemos gracias a quién podemos tener esto, quién mantuvo la luz encendida cuando parecía que no quedaba más que cerrar las puertas para no volver. Por eso y por todo lo demás, gracias, Patricia.



Fotos tomadas de esta página pública de Patricia en Facebook.

Ver también:

Patricia Cano y Rina Barrantes (16 de marzo de 2008)

Don Quijote en el Ballet del Teatro Municipal (18 de abril de 2008)

Un comentario sobre danza (2 de julio  de 2007)

En ese post comentaba:

"Y ya que hablamos de bailarinas que están haciendo funciones de despedida, me pregunto, ¿no merece Patricia Cano algo parecido? Patricia ha sido la prima ballerina del Ballet Municipal durante muchos años; tuvo una lesión el año pasado, y este año no estuvo como protagonista en la temporada del Lago de los Cisnes, como tantas veces antes. Al parecer, Patricia está empezando a dejar algunos papeles protagónicos: ¿no es momento de darle un merecido homenaje? Patricia ha sido la columna vertebral del Ballet Municipal por más de dos décadas, y siempre ha destacado por su fuerza, y por su intensidad dramática, como ninguna otra en nuestro medio. Estoy seguro que quienes la han visto y han disfrutado de sus actuaciones (algunas verdaderamente memorables) estarán de acuerdo con lo que digo. Ojalá que Lucy Telge organice un homenaje a una artista que lo merece ampliamente, para que así todos podamos expresar nuestra gratitud y admiración".

ACTUALIZACIÓN, 24 DE ABRIL

La función de mañana 25 es a las 7:30 pm., pero a las 7:10 pm. se pasará un video de homenaje a Patricia...


lunes, 15 de abril de 2013

Jueces y política

Artículo publicado en La República, domingo 14 de abril de 2013

En los últimos tiempos se discute mucho sobre un tema abordado anteriormente aquí, las relaciones entre jueces y política. Hemos señalado cómo el desarrollo institucional formal y el debilitamiento de los partidos hace que los jueces se vean cada vez más involucrados en decisiones que antes se ubicaban claramente en el ámbito político; pero a diferencia de los políticos, los jueces no están sujetos a los controles que tienen las instancias representativas. Cada vez más la política se judicializa y la justicia se politiza, y resulta más evidente que los jueces toman decisiones considerando sus preferencias ideológicas y simpatías políticas, las reglas institucionales en las que están inmersos, las presiones de la opinión pública y de otros poderes del Estado; no solamente interviene el derecho o la jurisprudencia, que como sabemos, tiene siempre muy amplios márgenes de interpretación. Diversos estudios realizados en otros países de América Latina muestran que los jueces actúan estratégicamente como actores políticos.

Nos quejamos por la ineficiencia de los jueces y del sistema judicial, por los indicios de corrupción, de control, manipulación y presión política sobre los jueces, por sentencias que desafían el sentido común y todas nuestras nociones de justicia, y los principios básicos del derecho. Pero ¿qué hacer?

Para empezar, mejorar los procesos de selección y control de los jueces: nuestro diseño constitucional propone un esquema pluralista que involucra a instituciones de la sociedad civil para el nombramiento y control de los jueces, y al Congreso para el nombramiento de los miembros del Tribunal Constitucional, pero que hay que hacer funcionar. Es importante apuntar a fortalecer la autonomía y estabilidad judicial: una reforma importante, por ejemplo, sería ampliar el plazo del mandato del Presidente de la Corte Suprema, dos años resultan poco tiempo para llevar adelante reformas. Pero la elección del Presidente debería basarse en una propuesta de plan de gobierno debatido ampliamente de cara a la ciudadanía. La autonomía y estabilidad deber ir de la mano de la transparencia y de la rendición de cuentas. Para esto se requiere de la construcción de indicadores de desempeño que puedan ser evaluados.

De otro lado, la literatura comparada muestra que un diseño puede ser bueno, pero las cosas no funcionan si los jueces reproducen culturas institucionales anquilosadas, lógicas y razonamientos conservadores y burocráticos. La formación de los jueces depende de las facultades de derecho, que deben avanzar hacia la implementación de mecanismos de acreditación; la carrera judicial debe ser más atractiva para atraer a los mejores abogados, y los requisitos para los nombramientos y ratificaciones deben ser más exigentes. De otro lado, la Corte Suprema debe establecer jurisprudencia clara, en torno a cuestiones emblemáticas y representativas. Se requiere de un gran acuerdo político para todo esto.


VER TAMBIÉN:

Un ejemplo de cómo desde la ciencia política se estudia el comportamiento de los jueces puede verse en los trabajos del colega Santiago Basabe. Algunos de sus trabajos son:

2012 “Presidential Power and Judicialization of Politics as Determinants of Institutional Changes in Justice: The Case of Ecuadorian Supreme Court (1979-2009)” Politics & Policy 40 (2): 339-361

2008 “Preferencias ideológicas y políticas judiciales: un modelo actitudinal sobre el voto en el Tribunal Constitucional del Ecuador.” América Latina Hoy 49: 157 – 177.

2011 “Economía y política como determinantes del voto judicial. Explorando la toma de decisiones en la Corte Suprema del Ecuador (1979-2009)” Ecuador Debate 83: 95-108. (En coautoría con Pablo Valdivieso Kastner)

lunes, 8 de abril de 2013

Perú en el largo plazo

Artículo publicado en La República, domingo 7 de abril de 2013

Ha sido publicado Cuando despertemos en el 2062. Visiones del Perú en 50 años, editado por Bruno Seminario, Cynthia Sanborn y Nikolai Alva, en el contexto de las celebraciones por los 50 años de la Universidad del Pacífico. Permítanme un breve comentario partiendo del sugerente texto de Seminario y Alva, “El PIB, tres siglos pasados y media centuria venidera”. Uno de los grandes hallazgos es que en los últimos 300 años, Perú tiene tasas de crecimiento mayores a las del Reino Unido en la mayoría de los años; a pesar de esto, la diferencia en el producto per cápita pasa de ser el 2.4 en 1700 a 4.1 en 2010. Al mismo tiempo, encontramos que Perú crece por encima del promedio latinoamericano en muchos años, sin embargo en el periodo total el promedio de crecimiento de la región es casi el doble que el peruano.

Estas paradojas se entienden por el fuerte carácter “pendular” de nuestra economía. Es decir, tenemos periodos de crisis que son intensos y prolongados, que echan por la borda periodos de bonanza que nos hubieran permitido “ponernos al día” con otros países. La comparación con Chile es ilustrativa: en los años posteriores a la independencia Chile muestra un producto per cápita 50% superior al peruano, la distancia se acorta con el auge del guano y del salitre, pero luego de la Guerra del Pacífico la distancia se convierte en una de 4 a 1. Nuevamente nos recuperamos e incluso llegamos a superar a Chile en 1975, pero desde entonces volvemos a caer hasta 2004, año en el que la brecha llega a ser 2.7. Desde entonces estamos nuevamente acortando las distancias.


Es decir, tenemos históricamente la capacidad, habilidad, recursos, para aprovechar momentos de bonanza, pero no sabemos “guardar pan para mayo” ni evitar desplomes futuros. Nos fue mal en el periodo de la crisis colonial y de las guerras de la independencia, bien entre 1830 y 1870, muy mal alrededor de la Guerra del Pacífico, bien entre 1894 y hasta 1976 (con una interrupción alrededor de la crisis de 1929), nuevamente muy mal hasta 1992, año en que empieza la recuperación que estamos viviendo actualmente.

Según Seminario y Alva, si la tendencia siguiera sin interrupciones, Perú podría alcanzar en 2062 un producto per cápita similar al de un país desarrollado; sin embargo, podríamos también sufrir antes una crisis de grandes proporciones. Ella podría estar asociada al cambio demográfico: hasta el momento, tenemos mano de obra relativamente abundante y barata, pero en el futuro el envejecimiento promedio de la población haría caer la productividad y competitividad de la economía. ¿Cómo evitar ese escenario? Para Jürgen Schuldt (“Futurología de la economía política peruana”), la clave está en aumentar la productividad de los sectores que generan más empleo, y no cifrar todas nuestras esperanzas en las industrias extractivas, “tranferir intersectorialmente excedentes y gastos e inversiones públicas”, para lograr más equilibrio sectorial, geográfico, distributivo.

ACTUALIZACIÓN, 13 de abril

VER TAMBIÉN:

La estructura productiva de Perú en el largo plazo
Félix Jiménez
La Primera

lunes, 1 de abril de 2013

Año corto

Artículo publicado en La República, domingo 31 de marzo de 2013

En realidad, el año recién empieza, en términos políticos, la próxima semana y, además, probablemente termine hacia octubre o noviembre.

Lo que quiero decir es que la dinámica de finales de 2012 se alargó hasta marzo, marcada por la recuperación de la aprobación a la gestión del presidente Humala y por la atención puesta por los medios “nacionales” en la revocatoria en Lima. La recuperación de la aprobación presidencial sacó del mapa las muchas especulaciones sobre cambios ministeriales, que persistieron aún después del 28 de julio del año pasado, y alentó la ilusión gubernamental de una candidatura presidencial de Nadine Heredia para el 2016. Está todavía por verse cuán firme es la base de esta ilusión, porque gran parte de la recuperación de la aprobación gubernamental tiene que ver con el desvío de la atención pública a temas ajenos a los del gobierno central, como la gestión de la alcaldesa de Lima y otros temas locales, así como con la desatención ciudadana por temas políticos por finales de año, inicio del nuevo, y ahora, por la semana santa.

A partir de abril, poco a poco, probablemente veremos la reaparición de conflictos con el magisterio, “socio-ambientales”, y demás. Probablemente también veremos arreciar la presión sobre algunos cambios ministeriales para antes del 28 de julio. Para el gobierno, sin embargo, la clave es resistir una primera tormenta hasta entonces, y luego hasta octubre o noviembre, porque la segunda mitad del año va a estar cada vez más marcada en Lima nuevamente por la evaluación del desempeño de la alcaldesa y por las elecciones de regidores de noviembre; y en todo el país, los actores sociales y políticos empezarán a tener como prioridad las elecciones regionales y municipales de finales de 2014, con lo que ese año empezará antes que en enero. Existe la posibilidad de que algunos levanten cuestionamientos al gobierno central como parte de su campaña, pero la atención se centrará en el recojo de firmas y la formación de alianzas con miras a las elecciones.

Todo esto hace pensar que, si juega bien las cartas, este podría ser un buen año para el gobierno, beneficiado por la concentración de la atención de los actores en otros asuntos y por la continuidad del crecimiento económico y la bonanza fiscal.

La pregunta es cómo encararán los actores políticos las elecciones de 2014, considerando sus posibles efectos sobre la de 2016. Lo más probable es que, concientes de sus debilidades, no presenten candidatos en muchas de las regiones y municipios, o vayan como parte de alianzas amplias de base regional. Todo esto no hará sino postergar las grandes decisiones del 2016, incluida la de la posible candidatura de Heredia. Así, si bien es cierto que los alineamientos políticos ocurridos alrededor de la revocatoria en Lima fueron una suerte de partido de práctica para lo que vendrá en 2014 y 2016, las alineaces que vimos en esta ocasión serán muy diferentes de las que veremos al final en los partidos oficiales.