sábado, 28 de septiembre de 2013

Calistenia electoral

Artículo publicado en La República, domingo 22 de setiembre de 2013

En las últimas semanas, con los procesos judiciales en los que se pueden ven involucrados, y con los cuestionamientos políticos que reciben los expresidentes Toledo y García, se empieza a discutir sobre sobre cómo se configurará el escenario electoral del 2016. Se suele mencionar adicionalmente el hecho de que el expresidente Fujimori está en prisión, con lo que la conclusión pareciera ser que el paso por la presidencia resultaría un gran pasivo político. No solo esto: también el haber sido candidato en elecciones pasadas (construcción de una imagen de “perdedor”), por lo que las oportunidades de los candidatos “conocidos” serían menores que las de los “nuevos” (de allí la resistencia de Lourdes Flores a volver a ser candidata).

Sin embargo, se puede hacer también el argumento exactamente contrario. El hecho de que García haya sido un contrincante importante en 2001 y que ganara en 2006 lo sugería, así como las posibilidades de triunfo que tenía Toledo para la elección de 2011. Además, se ha señalado que, si miramos los últimos procesos electorales, quien quedó segundo en la elección anterior, ganó la siguiente: Toledo en 2000 y 2001, García en 2001 y 2006, Humala en 2006 y 2011. Extrapolando, la segunda vuelta en 2016 se daría entre Keiko Fujimori y algún candidato que de alguna manera se presente como alternativo al orden establecido. En este esquema, haber sido presidente o candidato es un capital valioso: eres conocido, tienes una red de contactos que puedes movilizar, proyectas una imagen de viabilidad que otros no pueden lograr.

La clave es hasta qué punto logras conservar tu capital político entre elección y elección, para intentar después ampliarlo en una campaña electoral. De alguna manera, los protagonistas de las tres últimas elecciones (Toledo, García, Lourdes Flores, luego Humala) lo lograron. En 2011, los candidatos más votados después de Humala fueron Keiko Fujimori y Pedro Pablo Kuczynski. Ninguno de los dos aparece especialmente magullado, y han logrado evitar que los problemas de sus bancadas en el Congreso los efecten de manera directa; esto también podría decirse de Lourdes Flores. Obviamente generan mucha resistencia entre quienes no votaron ni votarían por ellos, pero para estos lo importante es no alejarse de sus votantes de 2011, y parecen estarlo logrando. Algo parecido podría decirse de García, quien no parece lejos de quienes terminaron aprobando su gestión en 2011. Quien sí se ve sumamente complicado es Toledo, porque su actuación reciente parece haber liquidado su posibilidad de encarnar lo que Steven Levitsky llama “coalición paniagüista”.

En suma, los acontecimientos de las últimas semanas, me parece, no modifican en lo sustancial las posibilidades de los candidatos esperables en 2016: K. Fujimori, Kuczynski, Flores; García todavía tiene que jugar el partido de las investigaciones en su contra. ¿Quién jugará el papel del candidato emergente?

lunes, 16 de septiembre de 2013

Elecciones en Chile

Artículo publicado en La República, domingo 15 de setiembre de 2013

En noviembre de este año se celebrará la elección presidencial en Chile. Esta semana se conmemoraron los cuarenta años del golpe de Estado de Augusto Pinochet, que derrocó al gobierno de Salvador Allende, y que instauró una dictadura de más de 16 años. El presidente Piñera señaló que “la actual generación no debe traspasar a sus hijos y nietos los mismos odios y querellas”, y que el mejor legado que puede dejarles es “un país reconciliado y en paz”. “Estoy seguro (de) que la inmensa mayoría de los chilenos siente (…) que llegó el tiempo, no de olvidar, sino de superar los traumas del pasado”.

Cuán complicado resulta esto se expresa elocuentemente en el hecho de que las dos candidatas presidenciales principales, la expresidenta Michelle Bachelet, de la Concertación de Partidos para la Democracia, y Evelyn Matthei, de la Coalición por el Cambio, tienen historias personales inseparables de este pasado traumático. Los padres de ambas eran amigos y oficiales de la Fuerza Aérea. Fernando Matthei apoyó el golpe de Pinochet y Alberto Bachelet no, por lo que fue acusado de traición, encarcelado y torturado, y falleció en prisión. Matthei era formalmente director de la Academia de Guerra de la Aviación, donde ocurrieron estos hechos. Según éste, su cargo era formal, porque sus instalaciones habíando sido tomadas por la Fiscalía de Aviación después del golpe, y convertidas en centro de detención y local para consejos de guerra, por lo que no es responsable por lo que ocurrió en su interior.

Años después, Matthei, quien llegó a ser Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea intercedió para terminar con el exilio de la familia Bachelet; y fue uno de los primeros oficiales en reconocer los resultados del Plebiscito de 1988, que iniciaron la transición a la democracia. Hoy Fernando Matthei enfrenta acusaciones de violación a los derechos humanos, y se cuenta a Alberto Bachelet entre sus víctimas, pero la familia de éste no responsabiliza a aquél por los sucesos...

El presidente Piñera también dijo que “para poder reconciliar a nuestro país vamos a tener que seguir avanzando por los caminos de la verdad, de la justicia, porque sin verdad y justicia toda reconciliación se construye no sobre roca sino sobre arena”. Como puede verse, en Chile, con matices, el discurso público de derecha y de izquierda parte de asumir la necesidad de verdad, justicia, y reparación como paso imprescindible para pensar en el futuro. Un futuro que ciertamente marcará la decisión electoral de noviembre: no se votará por quien estuvo a favor o en contra de Allende o de Pinochet, sino por quien encarne las aspiraciones de una sociedad percibida como estancada y con altos niveles de insatisfacción. Cabe mencionar que dos de los líderes de las protestas estudiantiles que conmocionaron a Chile hace unos años han decidido postular al Congreso como diputados: Camila Vallejo será candidata dentro de la alianza que encabeza Bachelet, y Giorgio Jackson, como independiente.

sábado, 14 de septiembre de 2013

La música del Voyager 1



Varios de mi generación (y muchos otros, por supuesto), habrán leído con emoción la noticia de que el Voyager 1, sonda lanzada al espacio en 1977, es el primer objeto humano en aventurarse en el espacio interestelar, alejándose de la influencia de nuestro sol.

El Voyager 1 ha cumplido y cumplirá varias
misiones, pero como sabrán la más impresionante es la de enviar un mensaje de saludo a alguna inteligencia extraterrestre, contenido principalmente en un disco de cobre enchapado en oro. Si cumple su misión, en 40,000 años pasará cerca de un sistema planetario, alrededor de la estrella Gliese 445. No hay evidencia que haga suponer que este sistema solar pueda albergar vida, pero la idea es que tal vez "alguien" pueda recibir el mensaje en alguna parte del camino.


Un grupo de expertos, presididos por Carl Sagan, se encargaron de hacer la selección de los contenidos del disco, que busca "retratar la diversidad de la vida y de la cultura en la tierra". El disco contiene mensajes de saludo en 55 idiomas, diferentes sonidos, imágenes y una selección musical, que vale la pena escuchar. Nuestro país tiene 2 de las 26 piezas:

- Peru, panpipes and drum, collected by Casa de la Cultura, Lima. 0:52
- Peru, wedding song, recorded by John Cohen. 0:38

La música del disco puede escucharse aquí.

Si quieren descifrar las instrucciones del disco, ver aquí.

Por último, en la conferencia de prensa de esta semana en la NASA,

"Dr. John Grunsfeld stepped to the podium accompanied by the [Star Trek] Original Series theme music. He then proceeded to put a Voyager 1 spin on the iconic opening dialogue, saying: "Space: The final frontier. These are the voyages of the starship Voyager. Its 36-year mission… to explore strange new worlds, to seek out anomalous cosmic rays and new plasmas, to boldly go where no probe has gone before. Those words from Star Trek, of course, have inspired so many of us and I think are characteristic of the excitement and the discoveries we're going to talk about today. Voyager, like the ancient mariners, is pushing out into new territory… Someday humans will leave our cocoon in the solar system to explore beyond our home system. Voyager will have led the way".

Por supuesto, todos los trekkies recordamos esto:

viernes, 13 de septiembre de 2013

Ciudadanos sin república

Artículo publicado en La República, domingo 1 de septiembre de 2013

Hace tres semanas dejé inconclusa una discusión sobre la reciente “reconsideración del ideal republicano como clave no solo para entender mejor (…) nuestros problemas históricos y actuales, también para pensar en sus soluciones”. En esta línea vale comentar la reciente aparición del libro de Alberto Vergara, Ciudadanos sin república. ¿Cómo sobrevivir en la jungla política peruana? (Lima, Planeta, 2013). Se trata de una recopilación de artículos publicados en los últimos cinco años, pero como señala el autor, animados por la pregunta de fondo de qué define la época actual.

Para Vergara, la respuesta está en la tensión entre las “promesas cumplidas” del neoliberalismo y la frustración por el fracaso de la “promesa republicana”. Mientras que el neoliberalismo dio lugar a un inédito crecimiento económico y una masiva reducción de la pobreza, la precariedad del republicanismo pone en riesgo lo avanzado. El republicanismo sería tan antiguo como el país, pero su tradición se habría perdido en el siglo XIX, entre el caudillismo y el autoritarismo, y luego en medio de la retórica de las clases sociales y de la revolución social, y luego del neoliberalismo. La promesa republicana, para Vergara, tiene tres grandes componentes: la igualdad de los ciudadanos; el imperio de la ley y de instituciones legítimas; y algún sentido de fraternidad y confianza entre los ciudadanos.

Si bien las promesas socialista y corporativista habrían perdido vigencia, la republicana, a pesar de sus límites, se mantendría, sostenida por la existencia, como nunca antes, tanto de una economía de mercado como de una extendida ciudadanía; ciudadanía cuya presencia justificaría caracterizar el Perú de hoy no como Alberto Flores Galindo, quien habló de una “república sin ciudadanos”; hoy mas bien tendríamos “ciudadanos sin república”. De lo que se trata es de “construir las instituciones que permitan dotar de vida política a esa construcción primaria y precaria de ciudadanos en el Perú contemporáneo” (p. 27). El desafío es construir instituciones, un “republicanismo popular”, que evite una frustración más en nuestra historia.

Intentos de rescate del republicanismo como los de Vergara y otros acaso sean la otra cara de nuestra profunda crisis de representación: ya que no creemos en los actores políticos y sus proyectos, apostamos por igualdad, instituciones y ciudadanos; al punto que “nos va a dar igual si la plataforma que lo encarne está, en términos económicos, un poquito más a la derecha o un poquito más a la izquierda”. Para Vergara, existiría cierta base político-electoral que podría hacer viable este republicanismo, cercano a un cuarto del país, a pesar de que desde la izquierda las instituciones solo contarían para atacar al fujimorismo o defender a Susana Villarán, y de que para la derecha hablar de instituciones es “caviar” y de derechos humanos, “terruco”. El asunto es que “alguien debe convertir esa necesidad [republicana] en posibilidad”.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Quinientos años de El Príncipe

Artículo publicado en La República, domingo 8 de setiembre de 2013

Sabemos por una carta que Nicolás Maquiavelo (1469-1527) terminó de escribir su libro El Príncipe en 1513, hace quinientos años. Esta modesta columna se llama Virtù e Fortuna en homenaje a Maquiavelo, aludiendo a dos de sus conceptos fundamentales, desarrollados en este y otros de sus libros. En nuestro medio, Hugo Neira se ha ocupado también de este importante aniversario.

En esa carta dice que acaba de terminar de escribir un libro sobre los principados, en el que discute “qué es un principado, qué tipos hay, cómo son ganados, cómo son mantenidos, y cómo son perdidos”. De hecho, en los primeros capítulos del libro Maquiavelo dice que “todos los Estados… han sido o son repúblicas o principados”. Añade que no hablará allí de las repúblicas, porque de ellas ha escrito en otro lugar, refiriéndose a su libro Discursos sobre la primera década de Tito Livio, cuya escritura habría empezado también en 1513. Y de los principados, dice Maquiavelo que son hereditarios o nuevos, y que lo que le interesa estudiar son estos últimos. Los primeros se mantienen sobre la base de la tradición, los que son problemáticos son los nuevos: allí los hombres tienen expectativas de mejora con el cambio que luego los lleva a la desilusión y al final “tienes como enemigos a los que has ofendido al ocupar el principado, y no puedes mantener la amistad de los que te introdujeron en él”. ¿Cómo mantenerse entonces en el poder? El libro siempre ha generado controversia y escándalo, por tener respuestas a esta pregunta que parecen fundamentar la noción de que “el fin justifica los medios”.

Para entender El Príncipe hay que saber que en 1513 Maquiavelo, de 44 años, está exiliado y viviendo en la pobreza, dedicado a cazar zorzales y cortar leña. Maquiavelo había sido Secretario de la Cancillería de Florencia, cargo al que llegó a los 29 años, y que ejerció hasta 1512. Maquivelo fue funcionario de una república, y cayó en desgracia con ella. Acusado de conspirador, fue encarcelado, torturado y exiliado. Maquiavelo escribe El Príncipe, como un intento de acercarse, congraciarse nuevamente con el poder, dando consejos útiles para los nuevos gobernantes, para reinstaurar un Estado florentino o italiano. Maquiavelo fracasa, el libro no genera las reacciones que espera, y en 1514 en una carta dice que “continuaré entre mis piojos sin encontrar quién se acuerde de mis servicios o que crea que yo pueda servir para algo”. Maquiavelo murió en 1527, y El Príncipe recién fue publicado póstumamente, en 1531.

Quinientos años después de escrito, El Príncipe se mantiene como una de las obras cumbres del pensamiento político universal. En nuestro medio, nos llama la atención sobre la importancia de tener líderes con principios republicanos; pero que para llevarlos a la práctica, estos deben tener la astucia de los zorros y la fuerza de los leones. Lo que solemos tener es políticos astutos o fuertes sin principios, o principistas ingenuos y voluntaristas.