miércoles, 2 de noviembre de 2016

Un río invisible

Artículo publicado en La República, domingo 23 de octubre de 2016

Recientemente tuve a mi cargo la elaboración de una antología del “pensamiento crítico peruano” para el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), que cubre el periodo 1964-2014. El libro ya está en proceso de publicación, pero de haber tenido ocasión de hacerlo, habría incluido entre los autores antologados al antropólogo Ramón Pajuelo. Pajuelo acaba de publicar Un río invisible. Ensayos sobre política, conflictos, memoria y movilización indígena en el Perú y los andes (Lima, Ríos profundos eds., 2016), libro en el que compila un conjunto amplio de trabajos (ensayos, ponencias, artículos) la mayoría de ellos inéditos o inéditos en nuestro medio.

Este libro podría considerarse el mejor exponente del “pensamiento crítico” peruano: es el libro de un autor que, desde las ciencias sociales, se propone explícitamente ser un intelectual orgánico al desarrollo de un proyecto político de izquierda, a la crítica al “discurso hegemónico neoliberal”. Pajuelo se sitúa en un espacio más allá de las lógicas universitarias y académicas, y reivindica “lugares donde nadie trabaje para que le concedan títulos o cátedras, sino para la transformación de la sociedad”. Si bien hay muchos otros que han realizado contribuciones relevantes en el mismo sentido, me parece que ninguno con la constancia, amplitud, pertinencia y calidad académica como la mostrada en este libro por Pajuelo. Los textos están agrupados en cuatro secciones: la primera dedicada a la crítica al neoliberalismo y a explorar la dinámica del conflicto armado interno, y las consecuencias que tuvo la manera en que se resolvió, instaurándose un “memoria salvadora” por la sectores conservadores se arrogan el mérito de la derrota de las organizaciones terroristas. La segunda parte está centrada en el análisis de los conflictos sociales ocurridos en el país en los últimos años; la tecera continúa y profundiza la segunda, y se ocupa de la organización y movilización campesina e indígena, actor central de la dinámica de protestas en contra de la “hegemonía neoliberal”. Finalmente, la cuarta parte ubica al Perú en el contexto de las movilizaciones indígenas en los países andinos, Ecuador y Bolivia en particular, y los mira como parte de un mismo proceso.

El río invisible al que alude el título del libro se refiere a las “luchas colectivas, en gran medida anónimas, rurales y de rostro indígena, que vienen emergiendo a pesar de la continuidad aparentemente incontestable de la hegemonía neoliberal”, “un río de luchas por el pan y la belleza de las utopías cotidianas”. Como intelectual orgánico, Pajuelo busca en la realidad las potencialidades que aparecen y que pueden constituir puntos sobre los cuales la voluntad política de izquierda podría incidir para convertir esas potencialidades en acciones y actores concretos. Así, el río que muestra un cauce vacío en realidad podría esconder un caudal invisible, “potente, indetenible”. La imagen del río invisible, que ilustra la “sequedad” de los movimientos sociales y de los proyectos de izquierda, pero también sus potencialidades, ilustra también, me parece, los méritos y limitaciones del libro de Pajuelo. Se entiende que el esfuerzo del autor está puesto en resaltar potencialidades, pero entonces cae en el error de fijarse solamente en las excepciones que parecen confirmar su apuesta política, dejando desatendida la realidad que la contradice. Esto es particularmente evidente al contrastar la lectura del autor de la vitalidad de los movimientos indígenas boliviano y ecuatoriano a la luz de los sucesos más recientes en esos países.

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